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L214,  el objetivo de salvar en Francia 600 millones de animales en 2030, y las zoonosis

Mónica B. Cragnolini

L214[1] se creó en 2008 como agrupación que se encarga de la defensa de los animales de producción, mediante la  difusión, denuncia e información pública del tipo de vida que llevan estos animales. Realiza, en este sentido, campañas informativas y de solicitudes en defensa de los animales. El nombre de la asociación remite al artículo L214-1 del Código Rural de Francia, que reconocía en 1976 a los animales como “seres sintientes”.  El artículo señala: “Todo animal, siendo un ser sensible, debe ser colocado por su propietario en condiciones compatibles con los imperativos biológicos de su  especie”.

L214 se presenta como una agrupación pacífica, que no promueve acciones violentas porque respeta a todo ser sintiente, y que apunta, desde la denuncia, a mejorar la vida de los animales de producción y a señalar la posibilidad de la transición hacia una dieta basada en vegetales.

Si bien la misión que se propone la asociación puede ser considerada de carácter “bienestarista”[2], creo que existe un criterio pragmático presupuesto, y es el que tiene que ver con el reconocimiento de lo que significaría el cambio  hacia una dieta basada en vegetales. Una cultura vegana para el planeta supone una transformación enorme de medios de producción, fuentes de trabajo para los sectores de la alimentación basada en productos animales,  y sobre todo, una deconstrucción de las formas naturalizadas de asignación del lugar de objetos, mercancías o entes sacrificables para los animales no humanos.

 Los videos que publica y difunde  la asociación son muy impactantes, y muestran la crueldad y el derramamiento de sangre en toda su intensidad. Estos videos intentan exponer de manera contundente lo que significan las prácticas de producción intensiva, el maltrato y sufrimiento que implican para los animales, y el modo en que se halla organizada la sociedad capitalista en torno a la consideración de los animales como mercancías. En este sentido, ha publicado más de 175 investigaciones en mataderos, granjas avícolas, y otros ámbitos, acompañadas de las imágenes que patentizan la crueldad naturalizada hacia los animales.

Lula Mari, Cabra (100 cm x 110 cm), de la serie Sputnik (2009-2012)

Una de las últimas investigaciones mostraba el hacinamiento de 23.500 pollos en una granja de 1500 m2, alimentados con soja transgénica y antibióticos, y  la convivencia de “vivos y muertos”, ya que muchos pollos enfermos terminan muriendo, luego de largas horas de agonía, entre sus compañeros de prisión. Los que logran soportar esas condiciones de vida, a los 35 días son enjaulados y llevados al matadero. La campaña que realizó L214 con respecto a esta granja, criticaba sobre todo las leyes que propiciaban la formación de granjas, aumentando sólo el espacio para los animales.

A partir de sus últimas investigaciones y campañas de firmas (“Appel pour le Sauvetage du siècle!”, de junio de 2025),[3] L214 se ha propuesto salvar 600 millones de animales para 2030 en Francia. Este llamado señala que los franceses comen dos veces más carne que la media mundial[4], y que la situación se vincula con la saturación de productos animales por las políticas públicas de favorecimiento de este tipo de industrias, y por la importación de productos animales. El informe muestra que la muerte diaria de 6 millones y medio de animales en el mundo implica una producción que significa el doble de gases en la atmósfera que lo que generan  los cultivos vegetales;  que un kilo de proteínas animales implica cinco veces más agua que las proteínas vegetales; que las superficies agrícolas están acaparadas tres o cuatro veces más por elementos para la alimentación cárnica, y que se gasta una gran cantidad de dinero en el cuidado del medio ambiente ligado a la producción animal.

Esto último debe ser objeto de atención, porque en las campañas de cuidado del medio ambiente pocas veces se menciona el impacto que produce la dieta carnívora sobre el cambio climático, y casi no existen campañas de salud pública que promocionen el mayor consumo de vegetales como forma de enfrentar dicho cambio.

Existen muchos test de trazabilidad de la huella de carbono, tanto para empresas como para individuos. Solo algunos de estos  tests preguntan por la alimentación cárnica y la dieta vegana,[5] y la mayoría da,  en cambio mucho valor al tema del transporte y el uso de gas natural y electricidad.

Las zoonosis y próximas pandemias

La pandemia de covid-19 puso en evidencia el modo en que la producción intensiva de animales significaba la generación de pandemias En esta sección hemos presentado la traducción de dos textos de Rob Wallace, el virólogo recordado por muchos en 2020, porque fue quien anunció en Big farms make big flu  la producción de pandemias derivadas de las megagranjas y de todo el circuito de los agronegocios.[6] Este llamado de L214 también debe llevarnos a pensar sobre la cuestión de la relación entre las pandemias y las vidas hacinadas de los animales.

La producción cárnica, de leche y de huevos aumenta en el mundo, y sigue creando un círculo de enfermedades: por un lado, los animales hacinados son inyectados con antibióticos por sus condiciones de vida (normas de bioseguridad), pero también por necesidad de engorde rápido. Esos antibióticos los hacen cada vez más biorresistentes, y se transmiten, además, a los que realizan ingesta de esos productos, junto con  las bacterias resistentes presentes en la carne animal. Por otro lado, las condiciones de hacinamiento favorecen la debilidad del sistema inmunológico de los animales, y los tornan propensos a infecciones a partir de otros animales en condiciones de vulnerabilidad (aves y mamíferos que deben migrar de sus hábitats por expansión humana de vivienda, cultivo de suelos para alimento animal, deforestación, etc.).

La gripe aviar no ha llegado a convertirse en pandemia, y posiblemente aparezcan en los próximos años otras zoonosis. Sin embargo, de la pandemia de covid-19 no hemos aprendido demasiado en este sentido. Cuando se hace un balance de la “pausa” por el aislamiento social, se suele poner el acento en el aprendizaje acerca de  la interconexión global, de la fragilidad de los sistemas de salud pública, y de la eficiencia científica para encontrar vacunas frente a la pandemia. La pandemia trajo consigo también un amplio desarrollo de los medios digitales, que permitieron el teletrabajo y la educación on-line, e hizo evidente las desigualdades sociales y económicas. Pero poco se reconoce la cuestión animal implicada en el tema: la OMS reconoció el carácter zoonótico de la pandemia, pero poco se recuerda de ello. Los animales de producción intensiva siguen hacinados, sufriendo continuos maltratos, y raramente se tiene en cuenta su vulnerabilidad y su condición de sintientes, como señala L214.

Lula Mari, La gravedad y la gracia: óleo sobre tela, de la serie Sputnik (2014-2016)

[1] https://www.l214.com/

[2] El bienestarismo plantea que los animales deben sufrir lo menos posible en los diversos ámbitos en que son “utilizados” (producción, entretenimiento, laboratorios, etc.), y por eso propugna medidas de regulación de la vida de esos animales (tamaño de las jaulas, alimentación, etc.), para que ésta no se torne un sufrimiento constante: en este sentido, previene el maltrato de los animales. El abolicionismo, en la vereda opuesta, señala que ya la utilización de los animales implica maltrato, y por eso apunta a abolir todo “uso” de los animales.

[3] https://www.l214.com/campagnes/le-sauvetage-du-siecle/appel/ Se puede descargar el Informe, de 70 pp., y de lectura altamente recomendable.

[4] En 2022, los franceses consumían 119 kilos de carne por año, frente a los 65 kilos de la media mundial. En Argentina, el promedio era en ese año  de 103,4 kg de carne por habitante.

[5] Por ejemplo,  https://thecarbonsink.com/?gclid=Cj0KCQiA5abIBhCaARIsAM3-zFWjXoeAgP8R_46MR4E0gm_mqDeyslRJ3Kngx0FONUjFFt5j2wQ3-LIaAmckEALw_wcB, mientras que https://calculadora-co2.climatehero.org/?source=Google-max&gad_source=1&gad_campaignid=22893713241&gbraid=0AAAAAD-SQMVPK_DhgGMOFwB4cz3M-H6mR&gclid=Cj0KCQiA5abIBhCaARIsAM3-zFUohNAlIaSku7EiOWaS1LKhIBnP9ojFcoWTXuloVb46NBDAQ70NLi0aAjfTEALw_wcB desarrolla más las cuestiones vinculadas a la producción animal, y aclara que “Tu elección de seguir una dieta vegetariana hace una gran diferencia para el clima. La huella de carbono promedio de los alimentos en el mundo occidental es de aproximadamente 1,7 t CO2e por año. Con una dieta vegetariana, esto puede reducirse a la mitad. Una dieta completamente vegana tiene una huella de carbono aproximadamente un 15% menor que una vegetariana que incluye huevos y productos lácteos”. También pone el acento en la cuestión  del aceite de palma, materia prima barata para dulces, galletas, helados, y que significa deforestación en las selvas tropicales.   

[6] https://animula.com.ar/sistemas-globalizados-de-produccion-de-alimentos-desigualdad-estructural-y-covid-19-1/, y https://animula.com.ar/agronegocio-poder-y-enfermedades-infecciosas-1/.

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